La exposición "Historias de la Historia", comisariada por Joaquín Díaz, se presenta en Valladolid
La exposición puede verse en Casa Revilla desde el 4 de febrero
La exposición puede verse en Casa Revilla desde el 4 de febrero
Valladolid presenta a partir de hoy jueves día 4 de febrero, en la Sala Municipal de Exposiciones de la Casa Revilla, la exposición LAS HISTORIAS DE LA HISTORIA comisariada por Joaquín Díaz a partir de las Colecciones de Joaquin Díaz y de Jesús Martínez-Leis, queatesoran miles de estampas, libros y objetos de un gran valor histórico y cultural. Una pequeña parte se muestra en esta exposición, a partir de un tema siempre actual como son "las historias de la historia".
El tiempo ha demostrado que hay muchas clases de historia y que la denominada "historia real" -esa que se supone describía objetivamente los hechos sucedidos- sólo se comprende si va acompañada de una historia poética, de la historia legendaria, de la historia soñada, de la historia social, de la historia de las creencias, de la historia de los individuos que protagonizaron actos heroicos o de los relatos -ciertos o no- de personajes a quienes el pueblo admiró y protegió en su memoria.
Todas esas historias de la historia, con sus símbolos y emblemas, con sus himnos y alardes, con sus glorias y bajezas cotidianas, componen esta exposición basada en la humilde eficacia del papel impreso.
Esa revisión de la historia, de las Historias, es la que podemos ver en la exposición, que trata temas como: las relaciones de sucesos destacados, la historia cotidiana, la "gran historia", las falsificaciones y mentiras, la crítica y el comentario, o la opinión partidista. Y para ello presenta, Pliegos, Aleluyas, Abanicos, Estampas, Recortables y Grabados.
Dice Joaquín, en la presentación de la exposición, que "La historia forma parte del recuerdo de cada uno de nosotros. No sólo es el pasado sobre el cual se ha construido el devenir de las naciones sino un conjunto de hechos que marcaron la vida y la mentalidad de las personas. Es el territorio donde la memoria encuentra los ingredientes que reservará para ir cocinando a fuego lento la existencia.
Hay hechos que marcan por múltiples razones la vida de un país y de sus habitantes. Podría decirse que las guerras ocupan, con gran diferencia, el lugar preferente entre los sucesos memorables. La vida y la muerte dejan de ser entonces esos hitos familiares que van señalando los cambios generacionales para convertirse en motivo de narración y, en consecuencia, de opinión. Desde ese momento la Historia se transforma en "historias", alimentadas por la iconografía, el teatro o las canciones populares que pasarán a la tradición oral".
SOBRE LA EXPOSICIÓN
A quienes estudiaron el bachillerato según el plan de 1953, les resultará familiar la asignatura de "Geografía e Historia". Ambas disciplinas se agrupaban en una sola denominación porque la relación de hechos de la segunda se daba necesariamente en un espacio físico que se estudiaba en la primera. Cada nación, salida de los pactos y de las políticas nacionales del siglo XVIII, defendía sus fronteras -las físicas y las morales- con declaraciones de guerra y con anheladas paces, firmadas cuando el pueblo no podía más de sufrimiento o de miseria.
El tiempo ha demostrado que hay muchas clases de historia y que la denominada "historia real" -esa que se supone describía objetivamente los hechos sucedidos- sólo se comprende si va acompañada de una historia poética, de la historia legendaria, de la historia soñada, de la historia social, de la historia de las creencias, de la historia de los individuos que protagonizaron actos heroicos o de los relatos -ciertos o no- de personajes a quienes el pueblo admiró y protegió en su memoria.
Todas esas historias de la historia, con sus símbolos y emblemas, con sus himnos y alardes, con sus glorias y bajezas cotidianas, componen esta exposición basada en la humilde eficacia del papel impreso.
HISTORIAS, ARGUMENTOS Y FÁBULAS
Los antiguos, al tratar de justificar con historias sus más remotos orígenes -fuesen o no legendarios-, se encontraron con un problema que trataron de resolver creando distintas categorías en las que pudiesen caber la realidad y la fantasía. Aristóteles en su Poética (IX) escribía: "La distinción entre el historiador y el poetano consiste en que uno escriba en prosa y el otro en verso; se podrá trasladar al verso la obra de Herodoto y seguiría siendo una clase de historia. La diferencia estriba en que uno relata lo que ha sucedido, y el otro lo que podría haber acontecido. De aquí que la poesía sea más filosófica y de mayor dignidad que la historia, puesto que sus afirmaciones son más bien universales, mientras que las de la historia son particulares".
Los romanos solucionaron el dilema con una dosis de la propia medicina: "Quod gratis asseritur, gratis negatur", decía el proverbio latino (o sea lo que se afirma sin pruebas se puede negar sin pruebas). Siglos más tarde, San Isidoro, completando la idea de Aristóteles, hablaba de tres tipos de categorías para definir lo relatado: historiae -o sea los hechos que realmente sucedieron-, argumenta -es decir lo que podría haber pasado pero no pasó- y fabulae -o lo que es lo mismo, lo que nunca pasó ni pudo haber pasado-. Inventos y falacias, fábulas y hechos históricos fueron creando de esta forma -con la autocomplacencia y la consentida mistificación de escritores e historiadores- unos arquetipos que se difundieron a través de los medios más eficaces, entre los que estaban, cómo no, los impresos populares y la tradición oral porque la lengua, la literatura y la poesía son, en cualquier época, el mejor vehículo para entrar en la particular casa del espíritu y convencer a través de la palabra.
INVENCIONES DE HECHOS Y PERSONAJES
En cualquier caso, parece que la "invención" de las naciones y la consecuente aparición del nacionalismo iba a exigir a sus promotores algunas pruebas que justificasen el origen de sus linajes y la antigüedad de sus genealogías. Existe entre algunos historiadores la idea de que con los Borbones se introdujo en España la necesidad de adaptación a un nuevo clima político salido de la Paz de Westfalia que exigía unidad territorial a los Estados para el establecimiento de una auténtica soberanía nacional. Sin embargo, se puede constatar que ese intento de fundar una conciencia política sobre la unidad territorial ya había sido utilizado mucho antes; incluso mucho antes de que los Borbones fundaran su dinastía. En la Plaza de Oriente, por ejemplo, todavía se puede admirar la estatua de Ataúlfo como primer rey "español" y las historias fabulosas aparecidas desde Annio de Viterbo convierten al imaginativo dominico en uno de los más conspicuos pseudohistoriadores al crear, siguiendo a un monje primitivo y un poco apócrifo llamado Beroso, su propia prehistoria de España. A partir de ahí todo es posible, especialmente cuando la historia entra en el ámbito de lo doméstico y hay que explicar los hechos de forma sencilla y comprensible.
LA "GRAN HISTORIA" ESCRITA Y ORAL.
La historia forma parte del recuerdo de cada uno de nosotros. No sólo es el pasado sobre el cual se ha construido el devenir de las naciones sino un conjunto de hechos que marcaron la vida y la mentalidad de las personas. Es el territorio donde la memoria encuentra los ingredientes que reservará para ir cocinando a fuego lento la existencia.
Hay hechos que marcan por múltiples razones la vida de un país y de sus habitantes. Podría decirse que las guerras ocupan, con gran diferencia, el lugar preferente entre los sucesos memorables. La vida y la muerte dejan de ser entonces esos hitos familiares que van señalando los cambios generacionales para convertirse en motivo de narración y, en consecuencia, de opinión. Desde ese momento la Historia se transforma en "historias", alimentadas por la iconografía, el teatro o las canciones populares que pasarán a la tradición oral.
LOS IMPRESOS DE TRES AL CUARTO
Los papeles impresos, a los que se suele denominar remendería o "ephemera", no eran tan efímeros como se suponía. Es decir, que a veces por causa de las propias características del papel, que lo hacían estético, curioso o interesante, la intención transitoria del impreso quedaba anulada, conservándose y aun apreciándose tanto como cualquier libro de texto. Ni todos los libros decían cosas sabias o recomendables ni todos los impresos merecieron ser coleccionados, por supuesto. Lo que se evidencia, sin embargo, es que ese tipo de papel, que solía venderse por el módico precio de un cuarto, estuvo presente en las vidas de muchas personas con más frecuencia que el otro –el encuadernado y bendecido por los sabios- ya que su liviandad, su carácter fungible o la temporalidad de su contenido no menoscabaron en absoluto su belleza o su interés como objeto coleccionable y funcional.
Entre esos papeles había Pliegos, Aleluyas, Abanicos, Naipes, Estampas, Galerías de argumentos, Libros de papel de fumar, Periódicos, Partituras, Programas, Recortables (soldados, teatro), Revistas, Grabados (batallas, personajes) y Almanaques y calendarios.
La exposición podrá visitarse hasta el 28 de febrero de 2016, siendo la entrada libre.