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Los socios de la Sociedad Valladolid Alta Velocidad pusieron sobre la mesa, en su última reunión, celebrada este martes, todas las posibles opciones para el soterramiento del tren a su paso por la capital, que el alcalde, Oscar Puente, resumió en tres: el mantenimiento del proyecto inicial, la renuncia a soterrar o bien una solución intermedia.

Al término del encuentro, el alcalde explicó que el mantenimiento del Plan Rogers, tal y como fue concebido al inicio, supone aproximadamente un coste de 650 millones, a sumar a los 404 que ya se deben, algo que calificó como "unos costes brutales", mientras, al otro extremo estaría la opción de "no hacer el soterramiento y abordar algunas operaciones de integración y permeabilización de la vía con un coste muy bajo".

Así pues, entiende, que "sobre el papel, parece que la más razonable en este momento" es la solución intermedia de soterrar dos tramos, al norte y sur, a través de la mecánica de muros pantalla, dejando la estación en superficie", obra que cuantificó en torno a 200 millones de euros.

El soterramiento, por el norte, comenzaría a la altura de la calle Labradores y terminaría en el Apeadero de la Universidad, liberando "la barrera de prácticamente toda la zona noreste de la ciudad", y en la zona sur, empezaría "más allá del Arco de Ladrillo y finalizaría en Covaresa".

La decisión depende de una nueva tasación que se encargará en mayo y contemplará "todos los escenarios posibles", puesto que los suelos no tendrán el mismo valor si se opta por soterrar al completo las vías o por actuar sólo en una parte.

Una vez definidos por completo los escenarios y sus costes, Puente señaló que se consultará a la ciudadanía y en función del resultado de esa consulta, se firmará un nuevo convenio para definir la responsabilidad de los socios en la financiación del coste final y la devolución de lo que ya se debe a los bancos.