La exposición “La mirada de Kati Horna. Guerra y revolución (1936-1939)” reúne un centenar de sus fotografías
La muestra, que se exhibe en la Casa Revilla, se presenta con la colaboración de la CGT
La muestra, que se exhibe en la Casa Revilla, se presenta con la colaboración de la CGT
La Sala Municipal de Exposiciones de la Casa Revilla, acoge desde hoy, 8 de noviembre y hasta el 3 de diciembre, la exposición "La mirada de Kati Horna. Guerra y Revolución (1936-1939)", que se presenta gracias a la colaboración de la CGT. La exposición reúne 98 instantáneas, algunas de ellas inéditas, de las 270 que la fotógrafa anarquista logró salvar de su estancia en España entre 1937 y 1939.
Kati Horna es sin duda una de las creadoras más inusuales y auténticas del S. XX, "Una obrera de la fotografía" como se definía ella misma. Feminista, solidaria y libertaria, la artista nacida en Budapest en 1912 y participante de las vanguardias de entreguerras, fue llamada a documentar y dar testimonio del trabajo transformador que estaban llevando adelante la CNT y la clase trabajadora durante la Guerra Civil : "colectividades, comités de gestión de la producción en las empresas, ocupación de iglesias y edificios, febril trabajo de educación y cultura hablaban de una transformación mucho más profunda que una simple reforma del Estado", tal y como se destaca en el catálogo con el que cuenta la exposición.
La exposición recoge parte del Archivo Fotográfico de Kati Horna, depositado por esta fotógrafa anarquista húngara en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. Se han seleccionado 98 imágenes de este fondo, a las que se han añadido ocho paneles explicativos que contextualizan las fotografías, para conformar la exposición.
La muestra quiere poner en valor y difundir el trabajo de Kati Horna, una fotógrafa que nos dejó un importante documento histórico y de gran valor artístico en plena Guerra Civil española.
Con una "Rolleiflex" que se adecuaba sobre todo a los primeros planos y retratos, Kati Deutsch Blau captó el día a día de las colectividades en Aragón, la resistencia popular en Madrid, la Barcelona revolucionaria, la retaguardia en Valencia o las iglesias y edificios ocupados. Recorrió con su cámara la España en guerra del periodo 1937-1939. Ella se consideró una "obrera de la fotografía", que nunca publicó en las grandes revistas internacionales de la época. No quiso grandes exposiciones, y concedió muy pocas entrevistas. Eligió en cambio, para sus fotos y carteles, las revistas de ideología anarquista como "Umbral", "Libre Studio", "Tierra y Libertad" o "Mujeres Libres".
Las fotografías de Kati Horna no se centró en las hazañas bélicas, en la violencia y la acción, sino en los sentimientos y la intimidad de los personajes retratados.
La reportera cedió en 1979 al Ministerio de Cultura los 270 negativos de su trabajo sobre la guerra que logró llevarse a Francia. Kati Horna mantuvo en Budapest, durante su juventud, una relación estética y de amistad que con artistas e intelectuales vinculados al "constructivismo". El artista Lajos Kássak influyó en aquellos jóvenes con tendencias de vanguardia. A algunos de ellos, Emerico Weisz (Chiki) y Endre Friedmann (Robert Cappa), Kati Horna se los volvería a encontrar en la guerra de España. Trabajaban de fotorreporteros. La fotógrafa anarquista se desplazó por la zona republicana –Aragón, Barcelona, Valencia, Andalucía, La Mancha y Madrid- para realizar un álbum de instantáneas sobre el movimiento libertario, destinado a la propaganda exterior.
El apellido por el que fue conocida proviene de su marido, el pintor y escultor José Horna, a quien conoció en 1938 en la revista "Umbral". En 1939, poco antes de que finalizara la guerra, la reportera volvió a París (allí se había trasladado en 1933, cuando la capital gala se convertía en un hervidero de emigrantes alemanes y húngaros que huían del nazismo).
Al atravesar la frontera, José resultó detenido e internado en un campo de concentración, de donde Kati Deutsch Blau le consiguió sacar. Debido a la amenaza del régimen nazi, demandaron asilo en Hungría y en México. En este país, el presidente Lázaro Cárdenas brindó acogida después de 1939 a miles de republicanos españoles.
La fotógrafa vivirá en México sesenta años, hasta su muerte en el año 2000. Pero en la primera parte de su vida, esta mujer libertaria e hija de una familia burguesa judía recorrió el mundo sin pausa. A los 18 años llegó a Berlín, tras empaparse en los círculos artísticos de Lajos Kassák en Budapest. En la capital alemana se relacionó con el grupo cercano a Bertolt Brecht y la escuela de arquitectura Bauhaus.
Tres años después retorna a Hungría, al ser testigo de las quemas públicas de libros promovidas por el nazismo. En Budapest, continúa su formación en el taller del fotógrafo József Pécsi y adquiere su primera "Rolleiflex". Recala después en París, donde trabaja en la Agence Photo, realiza "collages", fotomontajes y es influida por el surrealismo (compone huevos que se transforman en Hitler). En el exilio mexicano desplegó buena parte de su obra. Y, como si cerrara el círculo, en Ciudad de México volvió al fotomontaje, como los que hizo para la cartelería de la República española o las historietas de París.