Dalí recrea “Los Caprichos” de Goya en una exposición única que se presenta en Valladolid
La muestra tiene como protagonistas a dos de las figuras más importantes de la Historia del Arte español: Francisco de Goya y Salvador Dalí
La muestra tiene como protagonistas a dos de las figuras más importantes de la Historia del Arte español: Francisco de Goya y Salvador Dalí
La Sala Municipal de Exposiciones de la Iglesia de las Francesas presenta desde hoy, miércoles 6 de abril, la exposición "GOYA Y DALÍ. Capricho Surrealista". La muestra tiene como protagonistas a dos de las figuras más importantes de la Historia del Arte español: Francisco de Goya y Salvador Dalí. Recoge la serie completa de Los Caprichos reinterpretados por Salvador Dalí y, junto a algunos de ellos, se encuentra el original de Francisco de Goya, permitiendo así una comparativa paralela del arte de los dos maestros.
Asimismo, junto a cada una de las estampas se observa también el comentario en forma de leyenda que el propio Goya grabó al pie de los originales para facilitar la comprensión de los mensajes visuales, haciéndonos disfrutar así de la interpretación más personal y definidora de tal novedad pictórica. Una doble lectura, un doble diálogo.
Casi dos siglos después de que Goya publicara los Caprichos (1799), Dalí reinterpretó el trabajo del maestro aragonés bajo la mirada de su universo surrealista. Dalí anuló la crítica social que los Caprichos tuvieron en su época y convirtió sus escenas en emblemáticas imágenes de sesgo daliniano. Además de la intertextualidad evidente que se produce con las estampas goyescas, introdujo elementos visuales y literarios, que tienen relación directa con la iconografía de sus cuadros los relojes blandos, las figuras ambiguas, los temas eróticos y referencias a pintores y poetas como Velázquez o Federico García Lorca, entre otros.
El visitante en esta ocasión pudo apreciar los aspectos menos conocidos del trabajo de este gran artista y abordar sus múltiples lecturas. Con imágenes abiertas y provocadoras acercándose a visiones plasmadas con más de 170 años de diferencia. Goya, un crítico a la sociedad e hipocresía de su época. Ambos artistas, crearon obras en las que el ingenio o la fantasía rompieron las reglas; otra acepción de la palabra Capricho, según la Real Academia Española.
BREVE HISTORIA
Como señala el Profesor González de Zárate, hacia el año 1796 el maestro aragonés elaboró una serie de dibujos a los que el propio artista denominó Sueños y de los que tuvo el firme propósito de publicarlos bajo el título Idioma Universal. Entre estos dibujos fue muy afamado el conocido como El autor soñando sobre una mesa que se prestaría como imagen introductoria del resto de las composiciones con el fin de perpetuar en esta obre el testimonio sólido de la verdad.
Ochenta fueron los dibujos que Goya eligió y ordenó para formar parte de la serie que conocemos como Los caprichos y que fueron grabados en su mayoría al aguafuerte y al aguatinta consiguiendo efectos técnicos que, a juicio de Valeriano Bozal, "desde Rembrandt no se habían conseguido". La denominación de la serie como Caprichos ya fue utilizada por el grabador Callot en su serie de 1617.
En el año 1799 salió a la luz esta serie de asuntos caprichosos donde la caricatura es fiel reflejo de una sociedad enfermiza a través de la cual Goya nos expresa su particular y decepcionada visión del mundo. Delacroix conoció estas láminas y no dudo en definirlas como caricaturas al estilo de Goya.
El propio título de Caprichos no apareció con la edición propiamente dicha, sino en el lomo de algunos ejemplares que, se piensa, fueron encuadernados para el propio artista. Sin duda, las fuentes de este maravilloso mundo onírico están en relación con la cultura simbólica tradicional y con el mundo de los emblemas y Hieroglyphicas.
Quizá encontremos la respuesta a esta denominación Caprichos en el íntimo propósito del artista de definir la serie como algo muy personal donde con gran sinceridad describe gráficamente el alma humana. En este sentido, nos hablaba el tratadista Carducho sobre el término capricho como hemos precisado en nuestro comentario inicial.
Esta visión tan real del ser humano, de sus miserias, salió a la venta anunciada en la Gaceta del 6 de febrero de 1799, pero ante el temor por las represalias inquisitoriales que, como hoy en día, atormenta a todo espíritu creativo, Goya donó al rey las colecciones no vendidas e incluso las propias planchas que pasaron a la Calcografía Real.
El anuncio de esta serie para su venta, justifica sobradamente su intención y por ello lo reproducimos:
"Colección de estampas de asuntos caprichosos, inventadas y grabada al aguafuerte por Don Francisco de Goya. Persuadido el autor de que la censura de los errores y vicios humanos (aunque parece peculiar la elocuencia y la poesía) puede también ser objeto de la pintura: ha escogido como asuntos proporcionados para su obra, entre la multitud de extravagancias y desaciertos que son comunes en toda sociedad civil y entre las preocupaciones y embustes vulgares, autorizados por la costumbre, la ignorancia o el interés, aquellos que ha creído más aptos a suministrar materia para el ridículo y ejercitar al mismo tiempo la fantasía del artífice.
Como la mayor parte de los objetos que en esta obra se representa son ideales, no será temeridad creer que sus defectos hallarán tal vez, mucha disculpa entre los inteligentes: considerando que el autor, ni ha seguido los ejemplos de otros, ni ha podido copar tampoco de la naturaleza. Y si el imitarla es tan difícil, como admirable cuando se logra, no dejará de merecer alguna estimación el que apartándose enteramente de ella, ha tenido que exponer a los ojos formas y actitudes que sólo han existido hasta ahora en la mente humana, obscurecida y confusa por la falta de ilustración o acalorada con el desenfreno de las pasiones.
Sería suponer demasiada ignorancia en las Bellas Artes el advertir al público, que en ninguna de las composiciones que forman esta colección se ha propuesto el autor ridiculizar los defectos particulares a uno y otro individuo: que sería, en realidad, estrechar demasiado los límites al talento y equivocar los medios de que se valen las artes de imitación para producir obras perfectas.
La pintura, como la poesía, escoge en lo universal lo que juzga más a propósito para sus fines: reúne en un solo personaje fantástico, circunstancias y caracteres que la naturaleza presenta repartidos en muchos, y de esta combinación, ingeniosamente dispuesta resulta aquella feliz imitación, por la cual adquiere un buen artífice el título de inventar y no de copiante servil".
Estas invenciones, cuyos argumentos entroncan con el sentido onírico del artista en detrimento de lo real, nos recuerdan las citadas drolerías de los artista flamencos, las subjetividades formales de Desprez y Grandville, que no son otra cosa sino invenciones fantásticas, caprichosas, que una y otra vez se dan cita entre los artistas verdaderamente creativos como ya nos dijo Vicenzo Carducho.
Dalí retoma y recrea, dibuja en el dibujo, en estos ochenta Caprichos no solamente pone color a las líneas entintadas, sino que consigue, a través del heliograbado, la imagen propuesta por Goya y sobre ella actúa su imaginación fantástica dando salida a otros Caprichos que, en su resultado, vienen a ser tan originales y desprender tanta vida como aquellos del maestro aragonés.
La serie la abrió Goya con su retrato, aspecto que Dalí respeta añadiendo algunas que, en su rareza, nos hablan de lo extraño, del inframundo. Sobre la cabeza del artista aparece una grotesca anciana que parece provenir de las propias láminas del maestro aragonés como apreciamos en los rostros de su capricho 71. Frente al artista observamos un animal desnudo, con rabo, garras y alado que no se define en su rostro. La incógnita queda como respuesta, ¿Se podría tratar de una esfinge? ¿Respondería al acierto de Edipo?
En consecuencia, de ser así, Dalí explica con claridad que Goya conoce de verdad al "humano animal" y lo explica también en sus Caprichos. Toda una victoria sobre la esfinge viciosa del poder.
Dalí respeta el planteamiento de Goya en estas composiciones y no solamente porque reproduce las imágenes, sino también por la concepción general de la obra a modo de emblemas. En el siglo XVI nació este género literario que conocemos como "emblemática" donde la imagen se acompaña de un mote o lema, de un título, que lo explica. Todo un código visual que los artistas utilizan en sus creaciones.
En los Caprichos el mote o lema se dispone bajo la imagen y supone la síntesis semántica de lo representado. Dalí añade a los dibujos de Goya los suyos propios, dibuja en el dibujo y al convertir la estampa en una recreación diferente cambia los motes o juega con sus palabras. Si Goya propone: Si amanece nos vamos, Dalí señala: Si no amanece nos quedamos.
Dalí ahonda en la crítica, incide en las ideas goyescas. El capricho 42 del aragonés nos presenta a dos hombres cargando sendos burros. Nos dice en el mote: Tú que no puedes. Con ello nos da a entender a los poderosos que se aprovechan a modo de pesada y estulta carga sobre los menesterosos y trabajadores. Goya, dispuso unas explicaciones manuscritas en el ejemplar que regaló al duque de Welling ton. Sobre esta composición escribe: ¿Quién no dirá que estos dos Caballeros son dos Caballerías?
Dalí respeta las figuras de Goya y, sobre estos asnos, estos brutos que se aprovechan del sudor y el trabajo, nos propone como lema: Piensa en el Ángelus de Millet. Con ello lo ha dicho todo, nos remite mediante la citada pintura a la miseria de quienes trabajan la tierra. El genio catalán presenta sobre los asnos una de sus enigmáticas figuras que parece devorar a los malignos burros. Sin duda, es otra de las pesadas cargas que ha de soportar el débil, sobre sus espaldas: se trata del omnímodo poder que, por dominarlo todo, todo lo engulle.
Tras esta lectura hemos intentado situar al espectador en el contexto histórico donde estas obras fueron escritas. Mediante la iconografía descubrimos las fuentes gráficas donde el artista, en este caso Salvador Dalí, se inspiró, recreó sobre la creación y dibujó sobre lo ya dibujado.
En resumen, lo que vemos, mejor dicho, lo que miramos, no es otra cosa sino sueños sobre otros sueños olvidados que, en negro sobre blanco, reposaban durmientes en el tiempo y que, el genio catalán, supo despertar para construir nuevamente… Sueños en papel.
La Exposición, permanecerá abierta en la Sala Municipal de Exposiciones de la Iglesia de las Francesas, hasta el próximo día 29 de mayo.